Análisis de noticias
WASHINGTON—Cuando los aranceles sobre el acero y el aluminio del presidente Donald Trump para todos los países entren en vigor el 12 de marzo, gran parte de la conversación se centrará en su eficacia para hacer frente a las agresivas prácticas comerciales de China.
Estos aranceles están dirigidos específicamente a la persistente sobreproducción de metales baratos de Beijing, que ha socavado durante mucho tiempo a empresas de todo el mundo, incluso en Estados Unidos, y ha provocado tensiones comerciales.
El 10 de febrero, Trump reintrodujo un arancel del 25 por ciento sobre las importaciones de acero y aumentó los aranceles sobre las importaciones de aluminio del 10 por ciento al 25 por ciento. El 11 de marzo, la Casa Blanca confirmó que estos aranceles se aplicarán a todos los países, «sin excepciones ni exenciones».
Durante décadas, China ha estado inundando el mercado mundial con exportaciones baratas y fuertemente subvencionadas, lo que ha puesto a los productores de Estados Unidos y otros países en una situación de clara desventaja.
China es, con diferencia, el mayor productor mundial de acero, con casi 1000 millones de toneladas métricas de acero bruto producidas en 2024. En las dos últimas décadas, la cuota de China en la producción mundial de acero ha experimentado un aumento espectacular, pasando del 23 por ciento al 53 por ciento. Este cambio ha provocado un desequilibrio en los precios, con el acero de China dominando el mercado y haciendo bajar los precios en todo el mundo.
En 2024, China superó los 1000 millones de toneladas métricas por quinto año consecutivo, lo que equivale aproximadamente a diez veces la demanda anual de acero en Estados Unidos, según el American Iron and Steel Institute (AISI).
China también desempeña un papel destacado en la producción de aluminio. En los últimos 20 años, la cuota de China en la producción mundial de aluminio se ha disparado de apenas el 8 por ciento al 58 por ciento.
El crecimiento de China en los sectores del acero y el aluminio se ha visto impulsado por importantes subvenciones estatales. El país produce mucho más de lo que demanda el mercado mundial, lo que da lugar a un enorme problema de exceso de capacidad. Esto le ha permitido a China inundar el mercado con acero y aluminio baratos, perjudicando a los productores estadounidenses.
Beijing está subvencionando una amplia gama de industrias que considera estratégicamente importantes, con el objetivo de dominar los mercados mundiales y sacar a la competencia del negocio. Además del acero y el aluminio, el régimen comunista de Beijing ha subvencionado fuertemente sectores como el de los vehículos eléctricos y el de las energías renovables.
Las disputas comerciales mundiales han obligado a otros gobiernos a imponer aranceles y derechos antidumping a China. Aunque China se ha comprometido a frenar la producción nacional mediante restricciones de producción, nunca ha cumplido estos compromisos.
En 2024, China exportó casi 111 millones de toneladas métricas de acero, un 22 por ciento más que el año anterior.
Además, tras lanzar la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), el Partido Comunista Chino (PCCh) comenzó a subvencionar a los productores de acero para que aumentaran su capacidad fuera de China, especialmente en países del sudeste asiático como Indonesia, distorsionando aún más el mercado mundial.
Cuestión bipartidista
Tanto la administración Trump como la administración Biden han acusado a China de inundar el mercado mundial con acero barato. Se basaron en los aranceles de la Sección 232, que le permitían a Estados Unidos aplicar restricciones comerciales si las importaciones se consideraban una amenaza para la seguridad nacional.Trump impuso un arancel del 25 por ciento a las importaciones de acero y un arancel del 10 por ciento a las importaciones de aluminio en 2018 durante su primer mandato en virtud de la Sección 232.
En los últimos siete años, los aranceles de 2018 se han ido reduciendo gradualmente. Trump concedió exenciones a aliados como México y Canadá, mientras que el presidente Joe Biden ofreció soluciones alternativas (excepciones, cuotas y contingentes arancelarios) a varios socios comerciales.
Esta vez, Trump busca ampliar los aranceles de la Sección 232 eliminando todas las exenciones, incluyendo más productos derivados del acero y el aluminio en la cobertura arancelaria y «eliminando gradualmente el proceso de exclusión de productos específicos».
Debido a los aranceles existentes, el acero chino representa menos del 2 por ciento de las importaciones estadounidenses. Dado que China exporta a otros países, algunas empresas chinas están eludiendo los aranceles estadounidenses mediante transbordos, es decir, haciendo pasar las mercancías por otros países.
Christopher Tang, profesor de gestión de la cadena de suministro en la Universidad de California en Los Ángeles, cree que China está utilizando países como Vietnam para evitar los aranceles estadounidenses.
«Lo han hecho enviando productos de acero a Vietnam, donde se realizan algunos procesos de valor añadido menores antes de enviarlos a Estados Unidos», dijo Tang a The Epoch Times en una entrevista en febrero.
China también está aumentando sus envíos de metales a países del Sur Global y América Latina, añadió.
Impacto económico
Los sectores más afectados por los aranceles serán aquellos que dependen de los metales, como los fabricantes de electrodomésticos, los fabricantes de automóviles y la construcción. El aluminio es un material esencial que se utiliza en una amplia gama de productos, desde latas de cerveza y piezas de aviones hasta papel de aluminio, utensilios y cableado eléctrico.La construcción, por ejemplo, es la industria con mayor demanda, superando a los centros de servicio y distribuidores de acero, la automoción y la maquinaria.
En el frente laboral, los aranceles más altos protegerán los empleos en la industria del acero. Al mismo tiempo, los observadores económicos dicen que las pérdidas en otros sectores podrían compensar estas ganancias.
Según S&P Global Ratings, el impacto de los aranceles del acero y el aluminio es «minúsculo», sin embargo, el efecto indirecto en otros sectores que dependen de estos metales será potencialmente grande.
Los economistas de S&P predicen que los nuevos aranceles podrían elevar el precio de las importaciones en un 0.34 por ciento, lo que se traduciría en un aumento del 0.04 por ciento del índice de precios del gasto en consumo personal (PCE). Dado que los aranceles podrían reducir las importaciones de bienes en un 0.34 por ciento, el PIB podría aumentar un 0.04 por ciento en el primer año de aplicación de los derechos de importación.
Estados Unidos depende más de las importaciones de aluminio que de acero.
En 2023, Estados Unidos produjo el 74 por ciento de su consumo de acero e importó solo el 26 por ciento. Por el contrario, las empresas nacionales produjeron el 56 por ciento de las necesidades de aluminio del país e importaron el 44 por ciento.
Mientras tanto, Canadá está a punto de soportar la peor parte de los aranceles estadounidenses, ya que es el mayor proveedor de acero y aluminio importados. Más de la mitad de las importaciones de aluminio de Estados Unidos proceden de Canadá.
Otros países, especialmente Brasil, México y Corea del Sur, podrían sufrir las consecuencias, ya que Trump planea abolir las exenciones y excepciones.
«De conformidad con sus órdenes ejecutivas anteriores, a medianoche del 12 de marzo entrará en vigor un arancel del 25 por ciento sobre el acero y el aluminio sin excepciones ni exenciones para Canadá y todos nuestros demás socios comerciales», declaró el portavoz de la Casa Blanca, Kush Desai, el 11 de marzo.
Los aranceles sobre el acero y el aluminio de la Casa Blanca han suscitado reacciones encontradas en la industria.
David McCall, presidente de United Steelworkers (USW) International, elogió en febrero los esfuerzos de la administración para contener el exceso de capacidad mundial, pero se opuso a los aranceles sobre los envíos canadienses que entran en Estados Unidos.
En una carta al presidente Trump, cinco organizaciones asociadas con la industria siderúrgica estadounidense, incluida la AISI, aplaudieron a la administración por poner fin al proceso de exclusión arancelaria y restablecer los aranceles del 25 por ciento.
Dicen que las exenciones específicas de productos disminuyeron la eficacia de las medidas de la Sección 232.
«La degradación de los aranceles de la Sección 232 y el exceso de producción mundial de acero fuera de control provocaron aumentos en las importaciones de acero y de productos derivados, lo que amenazó una vez más la viabilidad de los productores nacionales de acero y la seguridad nacional de EE. UU.», decía la carta.
Kevin Dempsey, presidente y director ejecutivo de la AISI, acogió con satisfacción los nuevos aranceles como un paso para abordar las prácticas que distorsionan el mercado.
«China perturba los mercados mundiales al subvencionar la producción de acero y otros productos y al vender esos productos en Estados Unidos y otros mercados», dijo en un comunicado.
«Además, las exportaciones chinas de acero a mercados de terceros países también suelen transformarse en otros productos de acero o productos manufacturados derivados que luego se exportan al mercado estadounidense».
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