Las víctimas en México son pobres y por eso existe la impunidad criminal

Imagen de archivo de una manifestación en marzo de 2022, en la Ciudad de México, México. (Karen Melo/Getty Images)Imagen de archivo de una manifestación en marzo de 2022, en la Ciudad de México, México. (Karen Melo/Getty Images)
OpiniónPor Gerardo De la Concha23 de marzo de 2025, 8:20 p. m.
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Hace años hubo en México una oleada de secuestros. El país se convirtió en la cumbre mundial de los secuestros. Hasta una película dirigida por Tony Scott, célebre director de super producciones de Hollywood y protagonizada por Denzel Washington se produjo con este tema en 2007.

Parecía una plaga criminal incurable. Las bandas asolaban por todos lados. Secuestraban a víctimas detectadas en las redes sociales, afuera de los grandes almacenes comerciales, hubo zonas como Cuernavaca o pueblitos de Morelos o Estado de México, donde gente rica construyó sus casas de descanso, que se convirtieron en un peligro por los secuestros. Coches lujosos eran interceptados en las carreteras para cometer este delito.

Ante la impunidad existente y después del asesinato de dos jóvenes estudiantes de una escuela privada, hubo una marcha de cientos de miles de personas en la Ciudad de México en 2004.

En aquel entonces Andrés Manuel López Obrador era Jefe de Gobierno en la Ciudad de México (2000-2005). Después de esa marcha, López Obrador organizó un mitin con partidarios y acarreados, ahí demostró su ira por la manifestación, la "acusó" de ser un acto de "fifís" en su contra. Era sabida la colusión de policías judiciales citadinos en secuestros.

Antes, ya con Ernesto Zedillo (1994-2000), cuando estalló el problema se tomaron acciones. El tema se convirtió en una prioridad del Estado mexicano. Se organizaron grupos especiales antisecuestros, se estudiaron los distintos modus operandi, se modificaron leyes, hubo operaciones específicas para desarticular a poderosas bandas y detener a sus miembros, se depuraron organismos de seguridad. En ese momento se advirtió a López Obrador sobre una campaña en su contra con este tema si policías suyos seguían operando con los criminales.

Hubo cooperación internacional. Equipos especiales del Mossad actuaron en México para proteger a la comunidad judía de los secuestros y atacar a las bandas que se habían especializado en cometer este delito contra sus miembros.

Casos de secuestros en relación con políticos fueron resueltos. Así se detuvo a la banda de ex guerrilleros comunistas chilenos que habían secuestrado al líder del PAN, Diego Fernández de Cevallos. O a la hermana de Xóchitl Gálvez, recientemente sentenciada a más de 80 años de cárcel, quien confesó usaba como gancho con sus víctimas el nombre de la política hidalguense.

Después de años, con estrategia, protocolos, acciones concretas y un esfuerzo de largo plazo bien programado, el Estado mexicano puso un dique a la oleada criminal de los secuestros. La reducción de los mismos es notable. La gente rica puede respirar tranquila en este país.

¿México es inseguro? No lo parece a la gente rica de México. No se escuchan protestas de este sector en tal sentido. De hecho, la clase media alta y la mayor parte de los grandes empresarios apoyan al gobierno de Morena.

Carlos Slim, el hombre más rico de México, sugirió recientemente ante las presiones de Estados Unidos por el tema del narcotráfico, que México puede virar hacia China y expuso así que incluso en un cambio radical geopolítico, el gobierno de Morena contaría con el apoyo de la alta burguesía mexicana.

Las cúpulas empresariales se deshacen de elogios hacia el gobierno de Morena. Representantes suyos van incluso a sus concentraciones en el Zócalo. La bonanza de la gente pudiente es notable. 14 grandes fortunas del país se han duplicado. La ausencia de regulaciones en las contrataciones gubernamentales facilita los grandes negocios de un sector empresarial con el gobierno. Son pocas las voces disidentes, aunque sus planteamientos sean certeros.

El boom de la inversión extranjera se está acabando, pero esto puede ser bien visto por este sector al acabar así también la competencia de un mercado abierto.

La propuesta del neoliberal Milton Friedman sobre repartir dinero a sectores de bajo consumo para incentivar la economía, ha demostrado ser exitosa. Si bien existían antes los programas sociales, las regulaciones impuestas por los tecnócratas del estilo de Ernesto Zedillo, le quitaron su carácter político que López Obrador le devolvió a la pensión universal.

Pareciera así que existe una atención hacia los pobres de este país. Ya no importa si el sector salud, la educación pública y la seguridad real en México, aspectos determinantes en la calidad de vida de la gente pobre, están hechos un desastre.

López Obrador logró convertirse en Tlatoani, dueño de la palabra, por sus conferencias diarias, y en el gran benefactor gracias a la pensión universal.

Y la realidad trágica del México actual ha sido así ocultada. No importa el poderío alcanzado por los cárteles, ni que dominen el 35 por ciento del territorio nacional.Tampoco interesa el contubernio denunciado y abierto del gobierno federal con criminales, ni que varios gobernadores del partido oficial sean cómplices públicos de los mismos, ni que demasiadas presidencias municipales ya sean parte integrante del esquema criminal, que recursos públicos municipales los manejen las bandas y que el cruel impuesto de las extorsiones sea pagado por los pequeños comerciantes, por los negocios locales, por los productores; es el pago de derecho de piso a quienes dominan.

El Estado mexicano se replegó totalmente. Si bien antes existía ya el escándalo de un Estado que no actuaba de inmediato en casos terribles como la matanza de un pueblo perdido en el desierto de Coahuila, dónde los Zetas exterminaron a sus doscientos habitantes, la realidad es que luego los criminales que ordenaron esa represalia fueron detenidos, juzgados y condenados, pero no por ese crimen que abofetea al Estado mexicano.

Pero vino un gobierno, el de Morena, el de López Obrador y se predicó la pasividad cómplice con los criminales. Hasta se celebraba que se portaran bien en las elecciones, cuando en Sinaloa los pistoleros del Cártel secuestraron a los operadores electorales opositores y el luego gobernador de Morena dijo triunfalmente que no se podía gobernar sin el acuerdo y apoyo del Cártel.

Por eso cuando emergió, gracias a las madres buscadoras, la tragedia que representa Teuchitlán, un centro de adiestramiento y exterminio del Cártel Jalisco Nueva Generación, hubo una reacción gubernamental muy intensa para apagar ese fuego de la verdad.

Una campaña de control de daños, que osciló entre querer culpabilizar solo a las autoridades locales de Movimiento Ciudadano —en efecto culpables— hasta insinuar un montaje de las madres buscadoras —o afirmarlo en las redes mediante cuentas falsas de bots o cuentas de empleados públicos de Morena— para luego intervenir limpiando el sitio con intervención del fiscal general de la República (FGR), llevando influencers progubernamentales que comenzaron a difundir que Teuchitlán es una mentira. Ya solo les ha faltado afirmar que es en realidad un centro vacacional.

Al enmarcar Teuchitlán en una disputa con los desprestigiados partidos de oposición, el gobierno intenta disminuir el impacto que produjo su descubrimiento y la resonancia que tuvo.

Teuchitlán no es el primer campo de la muerte en México ni es el único. Pero sí es el lugar que por las primeras fotografías y los vestigios de los crímenes ahí cometidos, emergió como el símbolo de la tragedia de México.

Se pudo reconocer por la fotografía de uno de los muros que ahí estuvieron los muchachos de San Juan de los Lagos obligados a luchar a muerte entre ellos según muestra un video. Distintas personas comenzaron a reconocer prendas de sus hijos, los muros mostraban cien balazos, se encontraron huesos humanos quemados, tres pozos de incineración que las madres buscadoras llamaron hornos crematorios.

La presidente Claudia Sheinbaum fue criticada por no suspender su festejo y declarar el luto. Ella misma dijo en un principio que Teuchitlán era algo terrible. De pronto cambió de postura y afirmó que se hacían especulaciones a partir de una fotografía. Y comenzó la campaña de control de daños acusando de carroñeros a quienes denuncian este tema. Un supuesto grupo del Cártel grabó un vídeo denunciando el "montaje" realizado por parte de las madres buscadoras. Una muestra de surrealismo puro.

Las actitudes gubernamentales y del morenismo son ofensivas para las víctimas. Durante años hombres y mujeres jóvenes respondían a ofertas de empleo y desaparecían en la estación de autobuses de Tlaquepaque, en Jalisco. Su número es grande, aunque indeterminado. Pero ninguna autoridad hizo nada, ni estatal, ni local ni federal. Tampoco cuando se dio el despojo del Rancho Izaguirre, convertido en un lugar para concentrar el reclutamiento forzoso y cometer crímenes.

En el caso del gobierno federal no es ningún favor que intervenga porque se trata de delitos vinculados al narcotráfico, por lo tanto es un asunto federal. Es una crisis de 124 mil desaparecidos. Pero ya se vio que su intervención es política y no cumpliendo con su deber.

La tragedia de México es que los crímenes, el control criminal de territorios, los desaparecidos, las extorsiones, lo padece la gente pobre. Y es la gente pobre la que debe reaccionar. Los pobres están solos en México. Solo pocos, pero con determinación, se han puesto realmente de su lado. Estuvieron en las velaciones, en el Zócalo indignado y de luto, y en otras plazas.

Para que salgamos del túnel oscuro los mexicanos nos debemos acompañar, darnos la mano, tener compasión, caminar juntos guiados por una luz que puede parecer débil pero es indeleble: la luz de la verdad, la solidaridad y la justicia.

Las opiniones expresadas en este artículo son opiniones del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de The Epoch Times.

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