DOGE puede reducir el gasto, pero la verdadera reforma debe limitar el alcance del gobierno

Dólares estadounidenses. (OZAN KOSE/AFP via Getty Images)Dólares estadounidenses. (OZAN KOSE/AFP via Getty Images)
México - Últimas noticiasPor David Hebert22 de febrero de 2025, 7:04 p. m.
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Opinión

Los ejemplos de despilfarro gubernamental abundan en estos días. Desde los escándalos de los asientos de inodoro de USD $640 en el Pentágono y las tazas de café de USDS $1,300 de la Fuerza Aérea, hasta la poco conocida Agencia de Comercialización Agrícola utilizando la aún menos conocida Ley de Investigación y Promoción de la Sandía de 1985 para "fortalecer la posición de las sandías en el mercado", pasando por la Comisión de Seguridad de Productos de Consumo renovando sus esfuerzos para llevar a cabo el Estudio de Fuerza Infantil para medir la fuerza de extremidades y mordida en niños de entre tres meses y cinco años.

Los defensores de la austeridad presupuestaria a menudo recurren al humor para señalar los millones de dólares desperdiciados en iniciativas como estas. Recortar estos programas claramente beneficia a los estadounidenses y, lo más importante, no afecta significativamente la capacidad de las agencias para cumplir sus funciones ni genera consecuencias negativas de gran impacto. ¿Alguien cree realmente que los pilotos de la Fuerza Aérea no podrán volar sin estas tazas de USD $1,300, que los funcionarios del Pentágono sufrirán por usar asientos de inodoro más baratos o que los consumidores estadounidenses se olvidarán de las sandías sin la intervención de la Agencia de Comercialización Agrícola?

Pero, ¿qué sucede cuando los recortes son más profundos y fundamentales? ¿Qué pasaría si, en lugar de reducir costos en una tarea específica, se eliminara por completo la agencia encargada de esa función? Con el reciente cierre del USAID, esta pregunta ha cobrado relevancia. Ahora, todo apunta a que el Departamento de Educación podría ser el siguiente.

El uso del humor es una herramienta efectiva de comunicación, pero también es necesario un análisis realista. Si bien eliminar agencias como USAID y el Departamento de Educación podría (y quiero enfatizar el "podría") generar puntos políticos, la realidad es que los beneficios económicos pueden no ser tan impresionantes como parece.

Impacto en el presupuesto

Para empezar, analicemos los ahorros proyectados al eliminar el USAID y el Departamento de Educación. Los datos más recientes indican que el USAID administraba alrededor de $44,200 millones, aunque incluso el Servicio de Investigación del Congreso admite que determinar su presupuesto exacto es complicado debido a su relación con el Departamento de Estado. Por su parte, el Departamento de Educación tiene un presupuesto actual de $103,100 millones, una cifra considerablemente menor a la de la pandemia.

Eliminar por completo ambas agencias y no reemplazarlas con nada generaría un ahorro total de $147,300 millones. Si bien esta cifra parece enorme para los ciudadanos de a pie, es mínima en comparación con el presupuesto federal total de $7 billones de este año. Estos ahorros representan apenas el dos por ciento del presupuesto federal.

Para ponerlo en perspectiva, desde el inicio del año fiscal en octubre, el déficit nacional de este año ya supera los $700,000 millones. Para evitar el gasto deficitario acumulado hasta ahora, tendríamos que eliminar USAID y el Departamento de Educación casi cinco veces.

En los próximos ocho meses del año fiscal, la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) proyecta que se sumarán otros $1.2 billones en déficit, llevando el total de este año a la asombrosa cifra de $1.9 billones. Para contexto, toda la historia del país hasta 1981 fue necesaria para que la deuda nacional alcanzara $1 billón. Este año, el Congreso probablemente duplicará esa cantidad. Para equilibrar el presupuesto, como pidió recientemente el presidente Trump, sería necesario eliminar estos programas, o equivalentes en tamaño, al menos trece veces.

Una dosis de realidad

El problema del gobierno no es que esté mal administrado ni que haya miles de millones de dólares en gastos innecesarios que podamos identificar y eliminar. El problema, como dijo Edmund Burke, radica en el gobierno mismo. Durante demasiado tiempo, ha crecido en tamaño y alcance. Señalar gastos derrochadores, como tazas de café costosas, asientos de inodoro caros o presupuestos inflados para iniciativas de marketing financiadas por el gobierno federal, solo desvía la atención del verdadero problema: hoy en día, el gobierno tiene un papel excesivo en demasiados aspectos de nuestras vidas.

Con un presupuesto de USD 7 billones, el gobierno federal ya representa casi una cuarta parte de toda la actividad económica de EE.UU. Si se suman los gobiernos estatales y locales, que aportan otros 4 billones de dólares, el gasto público en su conjunto representa más de un tercio de toda la actividad económica del país.

Si realmente queremos reducir el gasto gubernamental, primero debemos limitar el alcance de sus funciones. A menos que el DOGE comience a recomendar la eliminación de responsabilidades del gobierno federal (algo que el Congreso tendría que aprobar), hay pocas posibilidades de lograr siquiera un presupuesto equilibrado este año, y mucho menos de encaminar al país hacia una situación fiscal saludable.

Desde el American Institute for Economic Research (AIER).

Las opiniones expresadas en este artículo son del autor y no reflejan necesariamente la posición de The Epoch Times.


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